FILBA: Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (y Montevideo)

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Por Daniel Cholakian

Bajo el lema “Cuerpo presente” se lleva a cabo en Buenos Aires, Argentina, el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires, entre el 28 de Septiembre y el 2 de Octubre. La semana anterior el mismo se realizó en Montevideo, la capital uruguaya.

Cuerpo es el cuerpo físico del libro, el cuerpo del lector y los cuerpos en riesgo de la literatura y los escritores. El cuerpo de la historia y las sexualidades, las violencias, el deseo.

El cuerpo naciente

El Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires, está aun naciendo. Las siete ediciones que pasaron, son apenas suficientes para completar el esbozo de lo que es, pero no para definir qué camino intenta trazar y ni siquiera para saber si es un evento que trazará algún camino. De modo que todo análisis de su trayectoria y su presente es apenas transitorio y está disponible para ser objetado, refutado y aniquilado en apenas un par de años.

El FILBA comenzó en Buenos Aires en 2008 y la de 2016 es su octava edición (no se realizó en 2009). Creado por Pablo Braun, fundador de la prestigiosa y exitosa editorial (y librería) Eterna Cadencia -prestigiosa y exitosa vaya a saber uno en qué cuotas en cada caso- actualmente el festival está bajo la dirección ejecutiva de Gabriela Adamo, quien fuera hasta 2014 directora de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

Ambos espacios físicos y simbólicos pueden ser pensados como parte de un proceso histórico global, que atraviesa todos los momentos y materialidades de nuestro presente. La ola liberal conservadora que desde comienzos de los años ochenta del siglo pasado desarrolló su momento hegemónico a nivel planetario, tuvo un impacto en el mundo de los libros y del campo intelectual, de un modo que puede ser pensado en esta díada FILBA – Feria del Libro.

La industria editorial mundial ha sufrido una concentración que difícilmente otras industrias globales hayan sufrido. Mega corporaciones, que atraviesan las barreras idiomáticas y continentales, han absorbido gran cantidad de editoriales en todo el mundo y amenazan con seguir concentrando capitales, mercados y marcas. En Argentina dos grandes corporaciones editoriales multinacionales son propietarias de los principales sellos, tomando en cuenta la cantidad de títulos publicados y las porciones de mercado que detentan. Este proceso no es solo parte del recorrido nacional de la ola neoliberal, sino de un proceso mundial de concentración del capital que aun continúa vigente.

En Argentina, en cierto modo como respuesta a la crisis de 2001 y a propósito de las particularidades de las prácticas de la lectura en el país, emergieron en el mundo editorial buena cantidad de pequeños emprendimientos que, con perfiles definidos, con escrituras novedosas y con catálogos de autores extranjeros no publicados, construyeron no solo un nicho de mercado, sino también una nueva tradición editorial que fue adquiriendo un conjunto de variadas identidades individuales y una identidad colectiva, al mismo tiempo que ocupó un lugar nada desdeñable en el ámbito intelectual. Aunque muchas veces han logrado más prestigio que respuesta material, más elogios que libros vendidos o leídos.

Lo que los noventa nos dejaron

Tal vez con este escenario podamos pensar el par FILBA – Feria del Libro, desde una perspectiva que va más allá de los contenidos circunstanciales. Ambos son, de uno u otro modo, lo que aquellos años noventas nos dejaron, material y simbólicamente.

La Feria del libro es el lugar de la industria editorial antes descripta, donde el resto de los participantes son figurantes alrededor del centro ocupado por las grandes corporaciones. Allí no solo se venden libros y autores, sino que se pone en juego una idea idílica: la fantasía de una relación casi íntima entre el autor, el comprador (porque allí el lector es siempre un comprador) y el objeto impreso. Opera año tras año una operación de marketing que agiganta el valor social de la lectura, y se reproduce la siempre perversa confusión entre lo popular y lo masivo. La Feria es, al menos en este momento y tal vez como no lo fue nunca, el lugar privilegiado de las nuevas corporaciones.

El FILBA es, en contraposición y en línea con su origen, el lugar de cierto espacio editorial independiente, con prestigio bien ganado para un sector importante del ámbito intelectual académico, pero sin capacidad de permear hacia sectores populares. Probablemente el espacio en el cual se inscribe el FILBA carezca de una mirada popular a propósito de la literatura y de las artes en general.

El FILBA a diferencia de las viejas experiencias del campo artístico intelectual como por ejemplo el Di Tella, con la que tiene algunos puntos en común posibles de rastrear, es un proyecto que no apuesta a la intervención en lo público.  De este modo los actores que proponen este evento se abstienen de toda pretensión de vanguardia. El interesante proceso editorial descripto sobre el que se organiza simbólicamente, tiene todavía por delante diversas configuraciones posibles. Sin embargo el gesto, el rictus creativo que lo caracteriza, hace pensar que van en camino de consolidarse como una elite. Esto en el mejor de los casos. Peor aún sería que derive en la forma de onegeismo, modelo complejo del cual difícilmente se regrese.

A partir de esta mirada especular entre uno y otro –aun cuando entre ellos no parece haber diálogo ni enfrentamiento- podemos pensar el impacto que el proceso económico que trajo consigo la desaparición del Estado, la concentración del capital, el retiro de los sectores populares de los debates y la producción artístico intelectual producto de la crisis, el devenir de un nuevo unitarismo cultural que aun cuesta quebrar, la relación privilegiada con el mundo europeo y estadounidense que se recreó en los noventa y el retiro del mundo universitario hacia el interior de los claustros, bajo un sistema de reproducción de honores anquilosado, productivista y ajeno a toda discusión en el espacio público. De esto, ni la Feria ni el FILBA son responsables, aun cuando si emergentes.

Por un lado, el espacio del capitalismo más salvaje en el mercado de la industria editorial. Por el otro, una elite que se reinventa a si misma después de una doble crisis, económica e intelectual. En el medio el vacío de las diversas formas de lo público.

En el nombre del padre

FILBA es el acrónimo de Festival Internacional del Libro de Buenos Aires. Y se hace, con ese nombre / marca, en Montevideo (y hasta el año pasado se realizó en Santiago de Chile). ¿Es acaso ese modo de nombrar una manera de establecer un régimen de jerarquía intelectual, un modo de leer, una manera de organizar el campo intelectual? ¿Por qué si es en Montevideo se llama “de Buenos Aires”? Siguiendo la idea de una elite intelectual que se recrea a sí misma después de la ronda de negocios de la era liberal conservadora, no puede dejar de reparase en el nombre, que establece una relación de dependencia entre las sedes que es solamente funcional, pero se resignifica simbólica.

Presente y futuro

Hace un año, a propósito de la apertura de la séptima edición Martín Kohan afirmó respecto de la noción de autor, tomada como punto de partida de su presentación en el FILBA: “Pienso enfocarme en una discusión de la cuestión de la autofiguración autoral: de qué manera esa tendencia tiende a relegar los textos y la lectura, o bien a imponerse en los propios textos hasta convertirlos en una pura mostración de sí.”
En la literatura, pero también en el cine, en la crítica, en el teatro, la construcción de un autor que precede a la obra y no un autor que surge desde el recorrido artístico, es el modo en que los noventa se construyeron como hijos de los sesenta. Tal vez esta sea una relación similar a la que sostiene el FILBA con su propia arqueología.

Todavía es temprano para saberlo.

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El festival reunirá a más de 20 autores internacionales y 100 argentinos, en cerca de treinta actividades como paneles, entrevistas, diálogos, lecturas y performances. Las sedes del mismo serán: el Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415) y La Abadía Centro de Arte y Estudios Latinoamericanos (Gorostiaga 1908). En el marco del festival Divergencia habrá actividades en el Club Cultural Matienzo (Pringles 1249) y en la librería Eterna Cadencia (Honduras 5582).

Invitados Internacionales

José Eduardo Agualusa (Angola)
Gabriela Alemán (Ecuador)
Rae Armantrout (Estados Unidos)
Valérie Beaudouin (Francia)
Inés Bortagaray (Uruguay)
Peter Cameron (Estados Unidos)
Bernardo Carvalho (Brasil)
Mercedes Estramil (Uruguay)
Paul Fournel (Francia)
Hans Ulrich Gumbrecht (Alemania)
Rafael Gumucio (Chile)
José Luis Peixoto (Portugal)
Marta Sanz (España)
Benjamin Stein (Alemania)
Dani Umpi (Uruguay)
Irvine Welsh (Escocia)

Programación completa

 

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